Una vez que hemos conocido al Señor, Él
en su bondad nos ha sanado y liberado sacando toda clase de basura y
podredumbre de nuestras vidas, aparece el ardiente deseo de servirle. Algunos
se sienten muy llamados a que más personas le conozcan. Otros a servir
silenciosamente desde los detalles. Otros sienten que tienen que aprender más
para servirlo mejor. Y otros quieren aprovechar aquellos talentos e instrucción
que han recibido del mundo para ponerlos al servicio de la iglesia. Todas estas
intenciones son maravillosamente válidas y Dios se goza al ver la generosa
necesidad de tu corazón.
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